Ser capaz de exponer el cuerpo al límite físico que exige una prueba como un Ironman está al alcance de muy pocos, pero en el caso de Javier Fernández su hazaña cobra un especial significado. Fue artífice de un crowdfunding en beneficio de la asociación Bata que redundó en 1.044 euros en favor de una entidad a la que se siente muy unido.
Javier Fernández ha marcado un antes y un después en la relación que siempre han tenido el deporte y la solidaridad. Quizá no sean muchos los que conozcan la proeza realizada por este vecino de Vilagarcía, pero lo cierto es que su presencia en el primer Ironman que se ha celebrado hasta la fecha en Galicia da las primeras pistas acerca de su condición de deportista especial.
La historia de este protagonista es la de un gran aficionado al ciclismo en sus tiempos de juventud que, una vez superada la treintena, ha encontrado en el triatlón una forma, no solo de hacer deporte, sino el marco ideal para plasmar unos valores que le engrandecen no solo como deportista, sino también como persona.
Integrante de un grupo de atletas vilagarcianos aficionados que hacen de la diversión su principal motivación para hacer kilómetros, Javier, junto a sus amigos Gustavo López y Jaime Meijide, decidieron inscribirse con muchos meses de antelación para estar en la cita de As Pontes del pasado 15 de junio. Tocaba prepararse de la mejor manera posible porque el reto era de proporciones mayúsculas. Nadar 3.800 metros, pedalear durante 180 kilómetros y terminar corriendo otros 42 no es algo que esté al alcance de cualquiera, pero las ganas de correr cerca del que es su lugar de origen, Ortigueira, todavía alimentaba más las ganas de competir de Fernández.
Los meses fueron pasando. Jaime tuvo que renunciar a estar en la línea de salida por cuestiones familiares y Javier empezó a sufrir lesiones que le afectaron sobre todo en el apartado anímico. No se sentía con la fuerza necesaria para asumir el reto de As Pontes. Necesitaba de un estímulo más potente que el puramente deportivo y lo encontró en un sentido de la solidaridad extraordinariamente desarrollado. La asociación Bata, entidad con la que el propio triatleta colabora desde hace años, se convirtió en el motor de arranque que necesitaba.
Para ello, y a través de la web migranodearena.org, Javier ideó un crowdfunding, o lo que es lo mismo, la posibilidad para quien así lo quisiera de aportar determinadas cantidades de dinero. El mecanismo era muy sencillo. A través de la web, se establecían unas pequeñas sumas por cada kilómetro recorrido, y cada uno además de dinero, le daba aliento en ese determinado trayecto que el vilagarciano tenía que recorrer en el Ironman.
Faltaban solo 47 días para la gran cita y, junto a Gustavo, Javier empezó a entrenarse con la ayuda a Bata como su gran fuente de ánimos y acicate. Poco a poco, las cantidades fueron empezando a subir. Al igual que la preparación de los dos triatletas. Y llegó ese 15 de junio. A las siete de la mañana se enfundaron el neopreno para meterse en la laguna donde antes se ubicaba la antigua central térmica. Once horas y 56 minutos después, Javier culminó su hazaña. La repercusión de la misma sirvió para que la recaudación de su crowdfunding se acelerase en los últimos días hasta esos 1.044,69 euros. El extraordinario gesto ha sido invertido por la asociación en seguir creando vínculos entre los usuarios y posibles colaboradores a través de la Red Social de Apoyos.